lunes, 15 de febrero de 2016

Elena Anníbali





II

plantamos un árbol en la casa de la niebla

se doraban al sol los girasoles
moría otro día
otra noche

el árbol creció, arraigó
en la penumbra

modelaba con hueso su estatura

cada pájaro que probó los frutos
caía en somnoliencia
en ausencia de vida

en la radical ceguera de los muertos


(de: "La casa de la niebla" Ediciones del Dock, 2015)