viernes, 21 de febrero de 2014

Yves Bonnefoy





PERO QUE SE CALLE ESA QUE VELA




Pero que se calle esa que vela todavía

En el hogar, su rostro caído entre las llamas

Que permanece sentada, careciendo de cuerpo




Que habla de mí con los labios cerrados,

Que se levanta y me llama, careciendo de carne,

Que se aleja abandonando su cuerpo dibujada,




Que ríe siempre, habiendo muerto la risa hace tiempo.




Antonia Pozzi




GRITO

No tener un Dios
no tener una tumba
no tener nada firme
sino sólo cosas vivas que se escapan;
existir sin ayer
existir sin mañana
y cegarse en la nada
-socorro-
por la miseria
que no tiene fin.



Stephen Spender





TORRES DE ALTA TENSIÓN

La piedra era el secreto de estos cerros, y granjas
hechas con esa piedra,
y caminos en ruinas
que daban a parroquias imprevistas y ocultas.

Ahora, en estas colinas, se levanta el cemento
que teje cable negro;
pilares, limpias torres
desnudas como enormes muchachas sin secretos.

El oropel del valle con su aire sombrío
y el castaño verde
de raíz familiar
quedan atrás, burlados como el lecho reseco
de un arroyo.

Pero arriba, tan lejos como la vista alcanza,
como azotes de furia
y el peligro de un rayo
discurre la veloz perspectiva del porvenir.

Tan cargado de auspicios, con su viaje contraen
nuestra tierra esmeralda:
soñando con ciudades
donde las nubes suelen posar sus níveos cuellos.


1933

Mina Loy




Cantos a Joannes

XII

Varan voces en los confines de la pasión
Deseo Sospecha Hombre Mujer
Se concilian en la húmeda carnicería

La carne de la carne
Extrae el deleite indisoluble
Que atrapa besando entre jadeos

Será cierto
Que te he apartado
Intocable en tu cristalización absoluta
De todos los empujones de la multitud
Me enseñaron de buena gana a vivir para compartir

O serás tú
Solamente la otra mitad
De la necesidad de un ego
Que fustiga el orgullo con compasión
Hasta el superficial sonido de la disonancia
Y el estampido del aliento en fuga.

Luis de Góngora y Argote




A LOS MISMOS

Peinaba al sol Belisa sus cabellos
Con peine de marfil, con mano bella;
Mas no se parecía el peine en ella
Como se escurecía el sol en ellos.

En cuanto, pues, estuvo sin cogellos,
El cristal sólo, cuyo margen huella,
Bebía de una y otra dulce estrella
En tinieblas de oro rayos bellos.

Fileno en tanto, no sin armonía,
Las horas acusando, así invocaba
La segunda deidad del tercer cielo:

«Ociosa, Amor, será la dicha mía,
Si lo que debo a plumas de tu aljaba
No lo fomentan plumas de tu vuelo

Leonore Kandel




POEMA PARA TIRANOS

los seres que sienten son incontables
—prometo iluminarlos a todos
Primer voto del budismo
parece que debo amarte incluso a ti
más fácil amar las cosas bonitas
los niños las campanillas
más fácil (al aumentar la compasión)
amar al desconocido
fácil incluso darse cuenta (con compasión)
del dolor y del terror implícito en aquellos
que tratan el mundo alrededor
con tanta brutalidad tanto odio
pero oh yo no soy cristo
bendiciendo a mis verdugos
no soy buda no soy santa
tampoco poseo esa fuerza incandescente
de la fe iluminada
pero así y todo
eres un ser que siente
respirando este aire
al igual que yo soy un ser que siente
buscando mi iluminación
debo buscar la tuya
si tuviera el amor suficiente
si tuviera la fe suficiente
podría quizá entonces trascender tu camino
y alterar incluso eso
perdóname entonces —
no puedo amarte todavía

Tristan Tzara






TRISTEZA DOMÉSTICA

I
En la semilla de la azucena
te enterré serenamente
nos hemos amado en campanarios arruinados
los años se destraman
como los encajes viejos.

Te estoy buscando en todas partes Señor
pero tú sabes que es poca cosa
te enterré en un mes de noviembre
cuando pasaban las alumnas para almorzar
pero no sabían que estabas en el carruaje
porque habrían llorado.

Como se vienen abajo los diques vencidos
dejando caer el dolor en los padres
de papel, tu carne vieja
¿cómo tiene que ser? -amarilla y triste
y te amé dentro del violín de los buenos modales.

El otoño extendió sobre el país la llaga
se desabotonó lentamente los pechos
y se abrirá más el vestido
como el violín del barco destrozado por los dueños
abrirá en el cuerpo de sangre la carne
que me está llamando.

Nos hemos paseado tantas veces por el malecón
bajo el viento que trae barcos pintados de cal
y clava en la ceniza de los pulmones el gancho
pero el malecón es un sendero del caracol
que habita en el corazón del Señor.

Mis pensamientos se van --como ovejas al pasto- sin fin
Lloran en la flauta por las llanuras tristes fragmentos de biografía
Me ahogo en la desesperanza de los fenómenos sísmicos
y por las calles huye el viento cual perro apedreado



Betti Alver





TRES SUEÑOS

Si existo, entonces soy una huella
de una pisada en la arena
o de un río
que nunca llega del todo
a alcanzar la mar
o el ansia
de algo que
no se encuentra en ninguna parte

en realidad soy un camino
pero no sé quién me lleva
ni adónde me conduce
ni tengo necesidad de ello

haz de mí un pájaro
modélame con tus manos
un pico bello y alas sólidas
luego, déjame echar a volar
para que pueda
una vez por semana al menos
venir a posar en tu hombro
la mirada fatigada

ningún camino me conduce sino a ti
en otro mundo posible
no somos más que una sola frase.

( traducido del estonio por Juan Franco Crespo, en “Letralia”, nº 170, agosto de 2007 y publicado en facebook por Jonio González)

jueves, 20 de febrero de 2014

René Daumal




HECHOS MEMORABLES


Acuérdate de tu padre y de tu madre, y de tu primera mentira cuyo indiscreto olor se arrastra por tu memoria.
Acuérdate de tu primer insulto a los que te engendraron: la semilla del orgullo quedó sembrada, resplandeció la fisura quebrando la unidad de la noche.
Acuérdate de los anocheceres de terror en los que el pensamiento de la nada te arañaba el vientre, y volvía sin cesar para picotearte como un buitre; acuérdate también de las mañanas de sol en el cuarto.
Acuérdate de la noche de liberación en la que, al caer tu cuerpo suelto como un velamen, respiraste un poco del aire incorruptible; acuérdate también de los animales pegajosos que te han vuelto a aprisionar.
Acuérdate de las magias, de los venenos y de los sueños tenaces –querías ver, te tapabas ambos ojos para ver, pero no sabías abrir el otro.
Acuérdate de tus cómplices y de los fraudes en común y de ese gran deseo de salir de la jaula.
Acuérdate del día en que desgarraste la tela y te apresaron vivo, inmovilizado ahí mismo en la batahola de bataholas de las ruedas que giran sin girar, contigo adentro, cogido siempre por el mismo instante inmóvil, repetido, repetido, y el tiempo no daba sino una vuelta, todo giraba en tres sentidos innumerables, el tiempo se cerraba al revés ( y los ojos de carne sólo veían un sueño, sólo existía el silencio devorador, las palabras eran pieles secas, y el ruido, el sí, el ruido, el no, el alarido visible y negro de la máquina te negaba), el grito silencioso "Yo soy" que el hueso oye, por el cual muere la piedra, por el cual cree morir lo que nunca fue. Y tú no renacías a cada instante sino para ser negado por el gran círculo sin límites, todo pureza, todo centro, todo pureza salvo tú mismo.
Y acuérdate de los días que siguieron, cuando marchabas como un cadáver hechizado, con la certidumbre de ser devorado por el infinito, de ser aniquilado por la existencia única de lo Absurdo.
Y acuérdate sobre todo del día en que querías arrojarlo todo, de cualquier modo. Pero un guardián vigilaba en tu noche, vigilaba mientras dormías, te hizo tocar tu propia carne, te hizo recordar a los tuyos, te hizo recoger tus andrajos.
Acuérdate de tu guardián.
Acuérdate del hermoso espejismo de los conceptos, y de las palabras conmovedoras, palacio de espejos construido en un sótano. Y acuérdate del hombre que vino y lo rompió todo, te tomó con su tosca mano, te arrancó de tus sueños y te obligó a sentarte sobre las espinas del pleno día. Y acuérdate de que no sabes recordar.
Acuérdate de que todo se paga, acuérdate de tu felicidad, pero cuando te trituraron el corazón, era ya demasiado tarde para pagar por adelantado.
Acuérdate del amigo que te tendía su razón para recoger tus lágrimas brotadas de la fuente helada que violaba el sol de primavera.
Acuérdate de que el amor triunfó cuando ella y tú supisteis someteros a su fuego ansioso, rogando morir en la misma llama.
Pero acuérdate de que el amor no es de nadie, de que en tu corazón de carne no hay nadie, de que el sol no pertenece a nadie, ruborízate al contemplar el cenegal de tu corazón.
Acuérdate de las mañanas en que la gracia era como una vara amenazadora que te conducía, sumiso, a través de tus jornadas, ¡bienaventurado el ganado bajo el yugo!
Y acuérdate de que entre sus dedos entumecidos tu pobre memoria dejó escapar el pez de oro.
Acuérdate de los que te dicen: acuérdate. Acuérdate de la voz que te decía: no caigas. Y acuérdate del placer equívoco de la caída.
Acuérdate, pobre memoria mía, de las dos caras de la medalla. Y de su metal único.

Dorothy Parker






INVENTARIO

Cuatro son las cosas que conozco y me hacen más sabia:
Pereza, pena, un amigo y un enemigo.

Cuatro son las cosas sin las cuales todo hubiera estado mejor:
amor, curiosidad, pecas, dudas.

Tres son las cosas que nunca lograré:
Envidia, profundidad y suficiente champagne.

Tres son las cosas que tendré hasta la muerte:
Risa y esperanza y un ojo en compota.


Robert Desnos




A LA MISTERIOSA

Tanto he soñado contigo que pierdes tu realidad.
¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo
y besar sobre esa boca
el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto he soñado contigo,
que mis brazos habituados a cruzarse
sobre mi pecho, abrazan tu sombra,
y tal vez ya no sepan adaptarse
al contorno de tu cuerpo.
Tanto he soñado contigo,
que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie,
con mi pobre cuerpo ofrecido
a todas las apariencias
de la vida y del amor, y tú, eres la única
que cuenta ahora para mí.
Más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios, que los primeros labios
y la primera frente que encuentre.
Y frente a la existencia real
de aquello que me obsesiona
desde hace días y años
seguramente me transformaré en sombra.
Tanto he soñado contigo,
tanto he hablado y caminado, que me tendí al lado
de tu sombra y de tu fantasma,
y por lo tanto,
ya no me queda sino ser fantasma
entre los fantasmas y cien veces más sombra
que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida.

Versión de Francisco de la Huerta

Elise Cowen




SENTADA


Sentada contigo en la cocina

conversamos de todo

y te amo bebiendo té.

“Eso” es la palabra perfecta,

regia y hermosa. ¡Oh,

cuánto deseo, aquí mismo, tu cuerpo,

con o sin poemas lengüetados!



Reinaldo Arenas




ULTIMA LUNA

Por qué esta sensación de ir a buscarte
hacia donde por mucho que vuele
no he de hallarte.
Qué terror sin tiempo ahora me impele
a por sobre tanto terror siempre evocarte.
No ha de encontrar sosiego nuestra pena
(que hallarlo sería comenzar otra condena)
y por lo mismo jamás cesaré de contemplarte.
Luna, una vez más aquí estoy detenido
en la encrucijada de múltiples espantos.
El pasado es todo lo perdido
y si del presente me levanto
es para ver que estoy herido
(y de muerte)
porque ya el futuro lo he vivido.
Ésa, indiscutiblemente, ésa es la suerte
que por venir del infierno arrostro.
Extraña amante,
sólo me queda contemplar tu rostro
(que es el mío)
porque tú y yo somos un río
que recorre un páramo incesante,
circular e infinito:
un solo grito.

Elizabeth Azcona Cranwell





LA AUSENCIA

Vacío
acaricio el vacío
ahora tengo los ojos saqueados por la sombra
de tanto iluminar
lo oscuro del amor.

Vacío
yo me aferro al vacío
porque la tierra es dura y no comprende
bastaba una mirada para todo el espacio
una mano iniciaba el alerta del mundo.

Se ha vaciado de golpe todo el candor del cielo
he perdido los árboles hundidos de miradas
¿qué gritaría un ángel ante tanto abandono?
¿cómo haría el silencio si no existiera el día?

Vacío
yo me abrazo al vacío
hace frío en la sangre desnuda de la noche.

De tanto haber amado
ya no soy sino un eco.

José Lezama Lima




LOS FRAGMENTOS DE LA NOCHE

Cómo aislar los fragmentos de la noche
para apretar algo con las manos,
como la liebre penetra en su oscuridad
separando dos estrellas
apoyadas en el brillo de la yerba húmeda.
La noche respira en una intocable humedad,
no en el centro de la esfera que vuela,
y todo lo va uniendo, esquinas o fragmentos,
hasta formar el irrompible tejido de la noche,
sutil y completo como los dedos unidos
que apenas dejan pasar el agua,
como un cestillo mágico
que nada vacío dentro del río.
Yo quería separar mis manos de la noche,
pero se oía una gran sonoridad que no se oía,
como si todo mi cuerpo cayera sobre una serafina
silenciosa en la esquina del templo.
La noche era un reloj no para el tiempo
sino para la luz,
era un pulpo que era una piedra,
era una tela como una pizarra llena de ojos.
Yo quería rescatar la noche
aislando sus fragmentos,
que nada sabían de un cuerpo,
de una tuba de órgano
sino la sustancia que vuela
desconociendo los pestañeos de la luz.
Quería rescatar la respiración
y se alzaba en su soledad y esplendor,
hasta formar el neuma universal
anterior a la aparición del hombre.
La suma respirante
que forma los grandes continentes
de la aurora que sonríe
con zancos infantiles.
Yo quería rescatar los fragmentos de la noche
y formaba una sustancia universal,
comencé entonces a sumergir
los dedos y los ojos en la noche,
le soltaba todas las amarras a la barcaza.
Era un combate sin término,
entre lo que yo le quería quitar a la noche
y lo que la noche me regalaba.
El sueño, con contornos de diamante,
detenía a la liebre
con orejas de trébol.
Momentáneamente tuve que abandonar la casa
para darle paso a la noche.
Qué brusquedad rompió esa continuidad,
entre la noche trazando el techo,
sosteniéndolo como entre dos nubes
que flotaban en la oscuridad sumergida.
En el comienzo que no anota los nombres,
la llegada de lo diferenciado con campanillas
de acero, con ojos
para la profundidad de las aguas
donde la noche reposaba.
Como en un incendio,
yo quería sacar los recuerdos de la noche,
el tintineo hacia dentro del golpe mate,
como cuando con la palma de la mano
golpeamos la masa de pan.
El sueño volvió a detener a la liebre
que arañaba mis brazos
con palillos de aguarrás.
Riéndose, repartía por mi rostro grandes cicatrices.


Pat Mora




EL DESIERTO ES MI MADRE

Le digo, dame de comer.
Me sirve rojas tunas en nopal espinoso.

Le digo, juguetea conmigo.
Me salpica la cara con gotitas de lluvia en día asoleado.

Le digo, asústame.
Me grita con truenos y me tira relámpagos.

Le digo, abrázame.
Me susurra, “Acuéstate aquí”.

Le digo, cúrame.
Me da manzanilla, orégano y yerbabuena.

Le digo, acaríciame.
Me roza la cara con su cálido aliento.

Le digo, hazme bella.
Me ofrece turquesa para mis dedos,
una flor rosada para mi cabello.

Le digo, cántame.
Me arrulla con sus canciones de viento.

Le digo, enséñame.
Y florece en el brillo del sol,
en el silencio de la nieve,
en las arenas más secas.

El desierto es mi madre.
El desierto es mi madre.

El desierto es mi madre poderosa.


Joseph Brodsky





MELODÍA DE BELFAST

He aquí una muchacha de una ciudad peligrosa.
Se corta corto su pelo oscuro
para tener que fruncir menos el ceño
cuando alguien resulta herido.

Pliega sus recuerdos como un paracaídas.
Junta la turba deshechada
y cocina verduras en casa: disparan
aquí donde comen.

Ah, hay más cielos en estos lugares que, digamos,
tierra. De aquí que el tono de su voz
y su mirada manchen tu retina como una bombilla gris
cuando enciendes

hemisferios, y su falda acolchada que le llega a la rodilla
cortada para coger las ráfagas de viento,
suenño con ella amada o asesinada
porque la ciudad es muy pequeña.

Marianne Moore




LA POESÍA

A mí también me disgusta, hay cosas que son importantes,
más que todo este violineo.
leyéndola, no obstante, Con perfecto desprecio por ella,
se descubre que hay en
ella, después de todo, lugar para lo genuino.
Manos que pueden agarrar, ojos
que pueden dilatarse, pelo que puede erizarse,
si debe; estas cosas son importantes, no porque una
altisonante interpretación pueda encajarse sobre ellas,
sino porque son
útiles; cuando se vuelven derivativas hasta volverse
ininteligibles,
la misma cosa puede decirse de todos nosotros que nosotros
no admiramos lo que
no podemos entender; el vampiro,
colgado cabeza abajo o en busca de algo que
comer; los elefantes , empujando, un caballo salvaje,
revolcándose; un incansable lobo, bajo
un árbol; el inconmovible críticio que sacude su
piel como un caballo al sentir una pulga; el basebal-
fan, el estadístico;
ni es válido
hacer una discriminación contra "documentos comerciales
y textos escolares"; todos estos fenómenos son
importantes. Debe hacer una distinción,
sin embargoo; cuando son arrastrados a prominencia por
semipoetas, el resultado no es poesía,
ni hasta que los poetas entre nosotros puedan ser
"literalistas de
la imaginación", por encima de
insolencia y trivialidad, y puedan presentar
a inspección imaginarios jardines con verdaderos sapos
en ellos, tendremosla.
Entretanto, si pedís, por una parte,
la materia prima de la poesía en
toda su crudeza
la que es, por otra parte,
genuina, entonces estáis interesados en la poesía.

Francisco Urondo




AMARLA ES DIFICL

Es buena, cuando duerme;
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio
que remonta los sueños.

Cuando calla, es buena
y su voz una premonición olvidada y peligrosa
que arruina el silencio.

Cuando grita o llora
o se lamenta o se divierte o se cansa,
nada puede contener
este dolor alegre que envenena
mis sueños y mi soledad.
Por eso es difícil pensar
en ella, en su cara bondadosa;
abandonarse; por eso
es una cobardía retenerla
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.
A veces, cuando lo pienso,
no sé qué hacer con ella,
con este destino luminoso.

Elizabeth Bishop





EL DESCREÍDO

Duerme en la punta de un mástil
Bunyan
Duerme en la punta de un mástil
con los ojos firmemente cerrados.
Debajo de él, cuelgan las velas
como sábanas que cayeran de su lecho
exponiendo al aire de la noche la cabeza del
durmiente.
Lo transportaron allí dormido
y se ovilló, dormido,
como dorada esfera en la punta del mástil
o ascendió dentro de un pájaro dorado,
o ciegamente se instaló a horcajadas.
“Me apoyo en columnas de mármol”,
dijo una nube. “No me muevo nunca.
¿Ves allí las columnas, en el mar?”
A salvo en la introspección, se asoma
a ver las acuosas columnas de su propio reflejo.
Bajo sus alas, abría las suyas una gaviota
y observaba que el aire era “como mármol”.

“Aquí arriba”, dijo él, “me remonto
a través del cielo, porque vuelan
las alas de mármol sobre la punta de mi torre”.
Pero duerme en la punta de su mástil
con los ojos muy bien cerrados.
Indagó su sueño la gaviota,
y el sueño era: “No debo caer.
Resplandesciente a mis pies, el mar quiere que caiga.
Es duro como los diamantes: quiere destruirnos
a todos”.





Jules Laforgue




CISTERNA SECA

Cobarde vi cómo el Arte partía, mi último dios;
ya no me estrecha lo Bello con su inmortal delirio,
siento que he perdido, pues con Él echó a volar
el éxtasis que aplaca a veces los viejos deseos.
Treinta siglos de hastío pesan en mi espalda
y concentran sobre mí su llanto y su culpa.
Nuestras manos olvidaron el trabajo que consuela.
No hay día en que no piense, miedoso, en la muerte.
Sordo a la ilusión de las multitudes,
me arrastro abatido hacia parajes lejanos,
todo acabó para mí, nada más espero.
¡Pero lates aún, deshecho corazón pobre!
¡Ah, si como antaño al menos lograra
el llorar que tanto bien hace a los niños!

Jules Laforgue




RESIGNACIÓN

Como necio parásito de un planeta oscuro,
en la infinidad sonora de clamores eternos,
aquí, lugar cualquiera, he nacido y vivo,
y sólo es mi deseo que se sepa y se detenga todo.
Que por un grito perdido en la tormenta
los océanos callen de pronto el aullido de sus olas,
que por traer flores a mi tumbra
los soles en masa dejen su Verbena.
¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada.
Muchos otros murieron con ansias iguales
y la tierra siguió en su silencio.
Todo es duro, descorazonado, superior a ti.
Sufre, ama, espera siempre y baila
sin nunca exigir ese Porqué universal.

Marge Piercy




LA MÁS CLARA ALEGRÍA

La más clara alegría
es el cese de un gran sufrimiento.
Cuando la campana de hierro se quita de la cabeza,
cuando el clamoroso choque se apacigua en los
nervios,
cuando el cuerpo se desliza libre
como la carnada del anzuelo
y el pútrido aire de la ciudad
empieza a bullir en los pulmones.
La luz resbala en miel sobre los ojos.
El austero techo se vuelve merengue.
El cuerpo se desenreda, se despliega
prodigiosamente vacío como un lirio.
Respirar es bailar.
Muda y enteramente
como la albahaca en la ventana
levanto la nariz al sol.

Emile Verhaeren





VIENTO

Heather sobre infinitamente larga,
Aquí el viento toca la bocina de noviembre;
El brezo, mucho,
Aquí el viento
¿Cuál es roto y desmembrado,
Con respiraciones pesadas, superando a las ciudades;
Aquí el viento
El viento salvaje de noviembre.

Pozos en las granjas,
Cubos de hierro y poleas
Squeak;
Los depósitos de almacenamiento.
Cubos y poleas
Squeak y llorar
Cualquier muerte de su melancolía.

La primicia del viento, junto con el agua,
Las hojas de abedul,
El viento salvaje de noviembre;
Mordido viento en las ramas,
nidos de ave;
Viento rejas de hierro
Y un peine de distancia, avalanchas,
Enojado el invierno de edad
Con furia, el viento,
El viento salvaje de noviembre.

Lamentable en graneros,
Tragaluces parcheado
Cuelgan los trapos de sus profesiones baratos
Vidrio y papel.
- El viento salvaje de noviembre! -
Cespitosas en su tez morena,
De abajo a arriba, a través del aire,
De arriba a abajo, golpes de rayo,
Cortar el molino negro, siniestro,
El molino negro cortar el viento
Viento,
El viento salvaje de noviembre.

Antiguo cañas en cropetons,
Alrededor de campanarios de la iglesia.
Se agitaron en sus palos;
Los rastrojos de edad y toldos
Ondeando al viento
Salvaje viento de noviembre.
Las cruces en el cementerio cercano,
Los brazos de los muertos son los que se cruzan
Otoño, como un gran vuelo
Plegadas negro contra el suelo.

El viento salvaje de noviembre,
Viento,
¿Se ha reunido el viento,
En el cruce de trescientos carreteras,
El llanto de frío, que sopla desde AHAN,
¿Se ha reunido el viento,
Teme y derrotas;
¿Has visto esa noche,
Cuando se tiró la luna,
Y eso no puede hacer frente,
Todos los pueblos podridos
Gritando como animales,
Bajo la tormenta?

El brezo, mucho,
Aquí el aullido del viento,
Aquí el viento toca la bocina de noviembre.





Diane Wakoski



MI CERTIFICADO DE BODA


Hay sombras
que parecen peligrosas manchas
en tus pulmones
llenando
un retrato tuyo
que tengo en mi mente.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Germain Nouveau




EL PEINE




La toalla es una sierva,

El jabón es un servidor, y la esponja es una sabia;

Pero el peine es un gran señor.

Sí, es un gran señor, Señora,

De los más nobles por la alteza

y por la limpieza del alma,

¡Sí, el peine es un gran señor!

¿Cómo?, se atreve a decir en voz alta

Sucio como un ... ¡De todo corazón,

Responda!, ¿quién tiene la culpa?

¡ Pero el peine es un gran señal'!

Sí, si no está limpio, el peine,

¿Quién tiene la culpa?, ¿su autor?

¡No es más bien de la tiña!

Pues ... el peine es un gran señor.

La culpa, es de quien le deja

Desarrollarse en su horror.

Es la culpa ... de nuestra pereza.

Él, el peine es un gran señor.

Sí, nuestra mano es su vasalla,

y si está sucia, por desgracia,

El se coñ ... ríe un poco de estar sucio,

Pues el peine es un gran señor.

Sólo quiere limpiar la cabeza

Si la mano de su cepillador

Le limpia los dientes, repito,

Si el peine es un gran señor.

Sí, es un gran señor, el peine,

Sin ser arrogante ni burlón,

Su divisa sería: «no me digno»

Pues el peine es un gran señor.

Gran señor su desdén nos azota,

Portador de espada, él es reídor,

Pues, esta espada es una aguja,

Si el peine es un gran señor.

Esta aguja, hábil y amable,

La devuelve limpia como una flor,

En los dedos de la chiquilla

Donde el peine es un gran señor.

Pues que yo diga o que tú digas

Que es sucio, pico de oro,

Él no hace caso de las tonterías,

Pues el peine es un gran señor.

En cuanto a mí, no quiero decirlo:

Eso carecería ... de sabor y además haría sonreír;

No ... , el peine es un gran señor.

Sobre tus dientes finos y sin roña,

Cada mañana yo tengo ese honor,

Mi bello peine, yo te beso,

y soy tu servidor.

Anne Sexton





CUANDO UN HOMBRE
ENTRA EN UNA MUJER

Cuando un hombre entra
en una mujer,
como el oleaje que muerde la orilla,
una y otra vez,
y la mujer abre la boca de placer
y sus dientes brillan
como el alfabeto,
Logos aparece ordeñando una estrella,
y el hombre
dentro de la mujer
hace un nudo,
para que nunca más estén separados
y la mujer
sube a una flor
y Logos aparece
y desata los ríos.
Este hombre,
esta mujer
con su doble hambre,
han procurado penetrar
la cortina de Dios,
lo cual brevemente
han logrado
aunque Dios
en su perversidad
deshace el nudo.

Tristan Corbière




¡PATRIA!


¡Que se las arreglen con las repúblicas,

hombres libres! -Picota al cuello-

¡Que pueblen sus nidos domésticos..!

-Yo soy el frágil cuclillo.

-Yo- corazón eunuco, desprovisto

de todo éxtasis y vibración…

¿Qué me canta su libertad,

a mí? Siempre solo. Siempre libre.

-Mi patria… está en el mundo;

y, puesto que el planeta es redondo,

No temo ver el fin…

Mi patria está donde yo la planto…

Tierra o mar, ella está bajo mi planta

de mis pues –cuando estoy de pie.

-Cuando estoy acostado: mi patria

es el lecho sólo y moribundo

sobre el que quiero forzar en mis brazos

mi otra mitad, como yo sin alma;

y mi otra mitad: es una mujer…

Una mujer que no poseo.

-Mi ideal: es un sueño

hueco; mi horizonte –lo imprevisto-

y la nostalgia me roe…

De un país que yo no he visto.

Mi bandera sobre mí ondea,

tiene al cielo por corona:

es la brisa en mi cabellos…

Y sin importar la lengua;

puedo sufrir una arenga;

y callarme si así quiero.

Mi pensamiento es aliento yermo:

es el aire. Por doquier el aire es mío.

Y mi palabra es el eco vacío

que nada dice –y nada más.

Mi pasado: es lo que olvido.

Lo único que me ata

es mi mano en mi otra mano.

Mi recuerdo –Nada- es mi huella.

Mi presente, es todo lo que pasa.

Mi futuro –mañana… mañana.

No conozco a mi semejante;

yo soy lo que me hago.

-El yo humano es detestable…

-Ni me amo ni me odio.

-¡Venga! La vida es una joven

que por placer me ha cogido…

El mío, es: reducir a harapos,

y prostituirla sin deseo.

-¿Los dioses?… –Por casualidad nací;

tal vez algunos existan –por azar…

Ellos, si desean conocerme,

me hallarán en cualquier parte.

Donde yo muera: mi patria

se abrirá bien, sin suplicarlo,

suficiente para mi mortaja…

¿Y para qué una mortaja…?

Ya que mi patria está en la tierra

mis huesos allí se irán solos…

Adrienne Rich





LA EXTRANJERA

Mirando como antes he mirado, derecho al corazón
de la calle hasta el río
caminando por los ríos de las avenidas
sintiendo el temblor de las cuevas bajo el asfalto
viendo encenderse las luces en las torres
caminando como antes he caminado
como un hombre, como una mujer, en la ciudad
mi ira visionaria despejando mi vista
y las detalladas percepciones de misericordia
floreciendo de esa ira
si al entrar en un cuarto desde la aguda luz brumosa
los oigo hablar un idioma muerto
si preguntan mi identidad
¿qué puedo decir sino que
soy la andrógina?
yo soy la mente viva que no pueden describir
en su idioma muerto
el sustantivo perdido, el verbo que sobrevive
sólo en infinitivo
las letras de mi nombre están escritas entre los
párpados
del recién nacido



Paul Verlaine





MI SUEÑO FAMILIAR

Tengo a menudo un sueño extraño y penetrante:
Una desconocida que amo y que me ama,
Y que en cada ocasión no es por entero ella
Ni es por entero otra, y me ama y me comprende.

Porque ella me comprende, y así mi corazón,
Claro para ella sola, ya no es un enigma,
Para ella sola, ay, y el sudor de mi rostro,
Ella sola lo sabe enjugar mientras llora.

¿Es rubia, pelirroja, morena? No lo sé.
¿Su nombre? Mi recuerdo es que es dulce y sonoro
Como la de mis amados que desterró la Vida.

Sus ojos se parecen a los de las estatuas,
Y su voz, que es serena, lejana y grave, tiene
La inflexión de otras voces queridas que han callado.

(Poèmes saturniens, 1866.)

Sylvia Plath





BONDAD

La bondad se desliza por mi casa.
Doña Bondad, ¡tan amable!
Las joyas rojas y amarillas de sus anillos humean
En las ventanas, los espejos
Se llenan de sonrisas.
¿Qué hay tan real como el grito de un niño?
El grito del conejo puede ser más salvaje
Pero no tiene alma.
El azúcar lo cura todo, según dice la Bondad.
El azúcar es un fluido necesario.
Sus cristales un pequeño emplasto.
¡Oh bondad, bondad
Dulcemente recogiendo pedacitos!
Mis sedas japonesas, mariposas desesperadas
Pueden a cualquier momento ser clavadas,
anestesiadas.
Y aquí vienes tú, con una taza de té
En guirnaldas de vapor.
Pero la poesía es un jet de sangre,
No hay manera de pararla.
Me acercas dos niños, dos rosas.



Charles Cros





EL ARENQUE AHUMADO


Había un gran muro blanco, desnudo, desnudo, desnudo
Contra el muro una escalera, alta, alta, alta
Y en el piso un arenque ahumado, seco, seco, seco

Entonces él llega y sube a la escalera, alta, alta, alta
Y clava un clavo puntiagudo, toc, toc, toc
A lo alto del gran muro blanco, desnudo, desnudo, desnudo

El deja caer el martillo, que cae, que cae, que cae
Ata al clavo una cuerda, larga, larga, larga
Y a su punta el arenque ahumado, seco, seco, seco

El desciende la escalera, alta, alta, alta
Se la lleva con su martillo, pesado, pesado, pesado
Y luego parte, lejos, lejos, lejos

Y después el arenque ahumado, seco, seco, seco
Colgando del piolín, largo, largo, largo
Muy lentamente se balancea, lento, lento, lento

He escrito esta historia, simple, simple, simple
Para enfurecer a las personas, serias, serias, serias
Y divertir a los niños, pequeños, pequeños, pequeños

Erica Jong




ENVIDIA DEL PENE

Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad
el cuerpo de una mujer,
que esperan que su anhelo
haga un niño,
que su oquedad misma
fertilice lo oscuro.
Las mujeres no se hacen ilusiones sobre esto,
ya que son a la vez
casas y túneles,
copas y las que escancian el vino,
ya que conocen el vacío como estado temporal
entre dos plenitudes,
y no ven en ello ningún romance.
Si yo fuera hombre,
condenado a esa infinita vaciedad,
y no teniendo alternativa,
encontraría, como los otros, sin duda,
una mujer
para bautizarla Vientre de Luna,
Madona, Diosa del Cabello de Oro
y hacerla tienda de mi deseo,
paracaídas de seda de mi lujuria,
icono ojiazul de mi sagrada comezón sexual,
madre de mi hambre.
Pero ya que soy mujer,
debo no sólo inspirar el poema
sino también escribirlo a máquina,
no sólo concebir al niño
sino también darlo a luz,
no sólo dar a luz al niño
sino también bañarlo,
no sólo bañar al niño
sino también alimentarlo,
no sólo alimentar al niño
sino también llevarlo
a todas partes, a todas partes...
mientras que los hombres escriben poemas
sobre los misterios de la maternidad.
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad.

Stephane Mallarmé




ANGUSTIA

Hoy no vengo a vencer tu cuerpo, oh bestia llena
de todos los pecados de un pueblo que te ama,
ni a alzar tormentas tristes en tu impura melena
bajo el tedio incurable que mi labio derrama.

Pido a tu lecho el sueño sin sueños ni tormentos
con que duermes después de tu engaño, extenuada,
tras el telón ignoto de los remordimientos,
tú que, más que los muertos, sabes lo que es la nada.

Porque el Vicio, royendo mi majestad innata,
con su esterilidad como a ti me ha marcado;
pero mientras tu seno sin compasión recata

un corazón que nada turba, yo huyo, deshecho,
pálido, por el lúgubre sudario obsesionado,
¡con terror de morir cuando voy solo al lecho!

Versión de Andrés Holguín

Diane di Prima





Si me vengo a vivir contigo,

¿me prometerías

un pedazo de carne los domingos,

una hojita de azucena

para olerla en la almohada,

un queso en el refrigerador,

un beso de lengua

entre las pesadillas?

Si no es así,

no me vengo contigo.

Charles Baudelaire




EL ENEMIGO

Mi juventud no fue sino un gran temporal
Atravesado, a rachas, por soles cegadores;
Hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
Que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.

He alcanzado el otoño total del pensamiento,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo
Para poner a flote las anegadas tierras
Donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.

¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño,
Hallarán en mi suelo, yermo como una playa,
El místico alimento que les daría vigor?

-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,
Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón,
Crece y se fortifica con nuestra propia sangre.

Rosella di Paolo




LIMBO

Un día puse una piedra encima de tu nombre
y me dije: iré cantando hasta mi casa.
Y canté
como una loca sobre sus piernas fuertes
como río loco canté.
Hasta que el canto empezó a hacerse agüita rala
(ni para regar guisantes)
y entre paso y paso
se me fue perdiendo un pie.
No acierto a ver el tejado de mi casa ni el árbol
más alto
¿será que me dejé el corazón bajo la piedra?
¿mi tonto corazón junto a tu nombre?

Sé que ya no llegaré a mi casa.
Sé que tampoco puedo volver.

Enrique Molina




LUZ DE PATÍBULO

¡No quiero morir! me digo a menudo como un imbécil
descorriendo los paños agrios del amanecer sobre mi
máscara de mono
sobre mi corazón sin principios
¡entre la avaricia de la tierra confusa y ardiente como el
camarín de una loca!

No quiero morir sin conocer a fondo una piedra una mano
la rueda de hormigas y vino que mueve la noche la amistad
de los pájaros en esas regiones baldías donde se muele la harina
sin fin en el calendario
con mi alma de encrucijada y de caricia girando en el viento
de la frustración
excitante como el horizonte
¡como un sexo insatisfecho hasta los últimos óvulos de la
costa que se pierde de vista!

¡No quiero morir! me digo aullando con la apuesta perdida
de otro día en plena sangre
yo que insultaba a esos cargadores de inmundicias y a esos
otros devoradores de migajas benditas por amor a la muerte
exijo una piel de orquídeas bajo la demencia de las estrellas
una injuria de prisionero secuestrado por las olas
esas mujeres fanáticas insomnes en sus pobres hospitales de
besos entre los fuegos nocturnos.

Yo hijo de labores incompletas y regiones extrañas
hijo de sementeras errantes y de matrices ansiosas
hijo de corrientes de uñas hambrientas
hijo de hembra fosforescente
no quiero morir bajo mi piel
bajo mi voz
para vociferar en la sombra tras esos ventanales inmensos
y empañados
donde apoyan la frente criaturas de muralla y de lluvia...

Irena Klepfisz




LA CASA DE LOS MONOS Y OTRAS JAULAS

1.

Proclamar cada horror
sería redundante. Los objetos
mismos bastan: un peine roto
el mango de un paraguas un pedazo de plástico
azul un espejo de bolsillo astillado.

la cara es hostil.
intento mirarla fijamente
insiste moviendo

espástica los ojos
que se crispan abiertos cerrados
la nariz tiembla dedos arrugados
que escarban las orejas. no conozco
a esta extranjera.

(trad. Diana Bellessi)

Juan L. Ortiz




ELLA...

Ella anuda hilos entre los hombres
y lleva de aquí para allá la mariposa profunda
-ala del paisaje y del alma de un país, con su polen...

Ella hace sensible el clima de los días, con su color y su
perfume...
a su pesar, muchas veces, como bajo un destino.
Testimonio involuntario, ella,
de un cierto estado de espíritu, de un cierto estado de las cosas,
en que la circunstancia da su hálito. ..

Pero se dirige siempre a un testigo invisible,
jugando naturalmente con la tierra y el ángel,
el infinito a su lado y el presente en el confín...

Mas es el don absoluto, y la ternura,
ella que es también el término supremo y la última esencia
con las melodías de los sentidos y los símbolos y las visiones y
los latidos
para el encuentro en los abismos...

Mas tiene cargo de almas, y es la comunicación,
el traspaso del ser, "como se da una flor", en el nivel de los
niños,
más allá de sí misma, en el olvido puro de ella misma...

Y no busca nunca, no, ella...
espera, espera toda desnuda, con la lámpara en la mano,
en el centro mismo de la noche...

Delmira Agustini




BOCA A BOCA

Copa de vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura,
color de sed y húmeda de llamas...
¡Verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa;
el placer unges de dolor; tu beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
me come en sueños como un cáncer rosa...

Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de armonía,
nectario de su miel y su veneno,
vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios,
panal de besos, ánfora viviente
donde brindan delicias y delirios
fresas de aurora en vino de poniente...

Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible... Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra removida
siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa herida:
lirio de muerte, cóndor de vida,
¡flor de tu beso que perfuma al mundo!

Edgar Bayley




CAMBIO DE ESTACIÓN

los ruidos de la calle
tan diversos
la agitación del follaje
de los árboles cercanos
el ir y venir de las hormigas
el fin del verano
ponen un orden nuevo
en el peldaño
el estribo
en la cabellera de la noche

un balcón entreabierto
la luz crece como un río
rodando por escaleras
es el primer paso del sueño
en la fogata lejana

un hombre camina solo
se detiene a ratos
observa
escucha una risa
la fiesta está por comenzar
y baila finalmente
con la mujer que lo llamaba en sueños
en la luz y el aire
y en la noche despierta

Silvia Baron Supervielle





largamente
fijos
en la ruta
los ojos
sin ni
entreverla

..................

que escriba
en el interior
de la tinta
o en el agua
del espacio
evaporada

....................

yo vigilo
sin ojos
como en
los días
la noche

.................

nada más
que los cuatro
blancos
de la hoja
desplegada

(de "El agua extraña" (L'eau éxtrangère) 1993)

Hector Viel Temperley




EL NADADOR

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.

Soy el hombre que quiere ser aguada

para beber tus lluvias

con la piel de su pecho.

Soy el nadador, Señor, bota sin pierna bajo el cielo

para tus lluvias mansas,

para tus fuertes lluvias,

para todas tus aguas.

Las aguas como lonjas de una piel infinita,

las aguas libres y las de los lagos,

que no son más que cielos arrastrados

por tus caídos ángeles.

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.

Tuyo es mi cuerpo, que hasta en las más bajas

aguas de los arroyos

se sostiene vibrante,

como en medio del aire.

Mi cuerpo que se hunde

en transparentes ríos

y va soltando en ellos

su aliento, lentamente,

dándoselo a aspirar

a la corriente.

Soy el nadador, Señor, el hombre que nada

hasta las lluvias

de su infancia,

que a las tardes crecían

entre sus piernas salpicadas

como alto y limpio pajonal que aislaba

las casonas

y desde sus paredes

celestes se ensanchaba.

Soy el nadador, Señor, el hombre que nada

por la memoria de las aguas

hasta donde su pecho

recuerda las pisadas,

como marcas de luz, de tus sandalias.

Y recuerda los días cuando el cielo

rodaba hasta los ríos como un viento

y hacía el agua tan azul que el hombre

entraba en ella y respiraba.

Soy el hombre que nada hasta los cielos

con sus largas miradas.

Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada.

Gracias doy a tus aguas porque en ellas

mis brazos todavía

hacen ruido de alas.

Yolanda Pantin



VITRAL DE MUJER SOLA

Se sabe de una mujer que está sola
porque camina como una mujer que está sola
Se sabe que no espera a nadie
porque camina como una mujer que no espera a nadie
Esto es
se mueve irregularmente y de vez en cuando se mira los zapatos
Se sabe de las mujeres que están solas
cuando tocan un botón por largo tiempo
Las mujeres solas no inspiran piedad
ni dan miedo
si alguien se cruza con ellas en mitad de la vereda
se aparta por miedo a ser contagiado
Las mujeres solas miran el paisaje
y se diría que son amantes
de las aceras/ de los entresuelos/ de las alcantarillas/ del subsuelo
de los subterfugios
Las mujeres solas están sobre la tierra al igual que sobre los árboles
les da igual porque para ellas es lo mismo
Las mujeres solas recitan parlamentos
estoy sola
y esto quiere decir que está con ella
para no decir que está con nadie
tanto se considera una mujer sola
Las mujeres solas hacen el amor amorosamente
algo les duele
y luego todo es más bien triste o colérico o simplemente amor
Estas mujeres se alumbran con linternas
van al detalle
saben donde se encuentra cada cosa
porque temen seguir perdiendo
y ya han perdido o ganado demasiado
Ellas no lo saben
porque van del llanto a la alegría
y a veces piensan en la muerte
También planean un largo viaje e imaginan encuentros posibles
Administran el dinero
compran legumbres
trabajan de 8 a 8
Si tienen hijos hacen de madres
son tiernas y delicadas
aunque muchas veces se alteren
un pensamiento recurrente es
ya no puedo ni un minuto más
Las mujeres solas tienen infinidad de miedos
terrores francamente nocturnos
los sueños de tales mujeres son
terremotos catástrofes sociales
Una mujer sola reconoce a otra mujer sola de forma inmediata
llevan el mismo cuello airado
lo cual no quiere decir que no quieran a nadie más que a sí mismas
esto es completamente falso
Lo cierto es que la casa de una mujer sola
está abierta a su antojo
Una mujer sola
no puede curar su soledad
porque nada está enfermo
se remedia lo curable
una gripe o un dolor de estómago
La mujer que piense que su soledad es curable
no es una mujer sola
es un estado transitivo entre dos soledades
infinitamente más peligrosas
Una mujer sola es una mujer acompañada
aunque de este hecho no se percate más que el zapato
al que mira con detenimiento
o el botón
que parece representar algo verdaderamente importante
como de hecho lo es
como los árboles o el cielo
sólo que el privilegio que deriva de semejante atención
es más bien propio de las almas temperadas al siguiente fuego:
id contigo
para estar con vosotros

Nestor Perlongher




OPUS JOPO



En el condón del jopo, engominado, arisco, mecha o franja de sombras
en la metáfora que avanza, sobra, sobre el condón del jopo la
mirada que acecha despeinarlo, rodar la redecilla en las guedejas:
un púbico pudor, irresistible, tieso en la gosma
del spray: la goma libidinizada, esa saeta de la mata en el enroque
de la fima, el gime, el fimoteo: denuedo de las uñas en el mechón
de grima. Guedeja en muslos enroscada, húmedo pelo, espesor de
las cejas en lo ebúrneo cobrizo, un jaloneo de papilas en los estre
chos del olor, jugoso, el ronroneo de los labios ante las curvas cue
vas, su salitre, el tartaleo de la transpiracion, sudores fríos, atasca
ban al muslo en ese rulo. Jalean los haras sus aros de peltre, jaleo
lúcido, luminiscente en el rebote de las ligas en la película infusa,
taza de té en los bordes del revoque. La trama, en ese punto, en la
lisura de ese cascabel, serpeante, de esa rima de jade en los jabones
de los pies, melecas, masca en el erizar de lo penachos la promesa
de un guante.