lunes, 3 de abril de 2017

Lalla Romano


Yo estoy en ti
como el querido olor del cuerpo
como el humor del ojo
y la dulce saliva

Yo estoy dentro de ti
del misterioso modo
en que la vida está disuelta en la sangre
y mezclada con la respiración

(versión de Eduardo Berti)

domingo, 2 de abril de 2017

Vittorio Bodini



H
a llovido e invisible


ha llovido e invisible perfuma

tras el muro la naranja

al mentón lividecido responde el verde

del árbol que el neón enclava

a los límites del pueblo: y esto parece

no sabes si cercanísimo

o remoto de la vida.



Cierra la mano en un puño

oh luna sobre el asfalto:

déjanos adivinar dónde has escondido

tu moneda de oro.



(de “Dopo la luna” 1952-1955, versión Gabriel Martino)


miércoles, 15 de marzo de 2017

Antonio Delfini



EL ESPECTRO DE LA INFANCIA



Con un viejo gabán

me recuerdo

la cola por el camino



Dos libros bajo el brazo

Pobre muchacho

lleno de fantasías

hacia la escuela

árida y perdida



Y entre la niebla

sombra indecisa

miraba hacia adelante



quién sabe hasta dónde

quién sabe hasta qué punto siquiera miraba



Melancolía

de una rebelión

que dura aún



Y regresaba a casa

inflado de nada



Entonces me asomaba

a ver

desde la ventana del desván

abajo en el patio oscuro

el invisible andar de la gente

el mudo recuerdo del mar

naufragando en el pantano

y una rata, al fin

que horrible

se arrastraba en la humedad.


(de "Poesie della fine del mondo " 1962, versión de Gabriel Martino)


martes, 14 de marzo de 2017

Patrizia Cavalli




¿Y quién se atreverá a decirme ahora
que no tengo coraje, que no me mezclo
con los demás o que no me apasiono?
Hoy he hecho una fila
de casi media hora en el correo;
soporté toda la fila paso
a paso; percibí el olor
atroz de los varones
y los viejos; también el de las mujeres.
Sentí unas manos que me tocaban el culo,
que me apretujaban. Reconocí
la náusea, y la dejé en el mismo lugar
en donde estaba; mi cuerpo
se llenó de sudor; me expuse
a la pulmonía. No es en el amor
hacia mí sino en el horror hacia los demás
donde yo me reconozco.


(de Le mie poesie non cambieranno il mondo, 1974.)


miércoles, 15 de febrero de 2017

Liber Falco



Luna

Tan perfecta y blanca.
Tan alta!
Tan lejana y blanca.


Lejos de la muerte,
y de la vida lejos.
Lejos de los llantos.
De las risas, lejos.
Tanto!

No sabe esta luna
cómo todo es triste.
Cómo es bello el mundo
y la misma muerte acaso,
acaso, es volver sin irse.

Sola arriba, sola.
Tan perfecta y blanca.
Tan alta!
Tan tejos de todo!

Nada arriba, nada.
Ella sola y nada.

(de "Tiempo y tiempo" ed. Asir, Montevideo, 1956)


jueves, 2 de febrero de 2017

Julio Herrera y Reissig



Meridiano durmiente

Frente a la soporífera canícula insensata,
la vieja sus remiendos monótonos frangolla;
y al son del gluglutante rezongo de la olla 
inspírase el ambiente de bucólica beata... 

 En el sobrio regazo de la cocina grata, 
su folletín la cándida maledicencia empolla, 
hasta que la merienda de hogaza y de cebolla 
abre un dulce paréntesis a la charla barata. 

 Afuera el aire es plomo... Casiopea y Melampo, 
turban sólo el narcótico gran silencio del campo. 
Ella, la muy maligna, finge torpes enredos, 

 como le habla al oído de divinos deslices... 
y así el tiempo resbala por sus almas felices, 
como un rosario fácil entre unos bellos dedos.


(de "Los éxtasis de la montaña" 1910)

domingo, 11 de diciembre de 2016

Ángel Cruchaga Santa María



Santa Maravilla

        Santa Maravilla

cómo te duele el vuelo de los pájaros

y el surco del labriego.

Santa Maravilla, triste como un dios.

Ya perfumaste el trigo

y tu mano abrió el corazón de la azucena.

¡Esto duele, m Santa Maravilla!

Hija del Salvador, hermanita del humo

y de los ojos de los pobres,

yo sé que la luna duerme en la colmena de tus hombros.

Alta como la muerte cruzas

por una región trémula de lámparas.

¡Oh suavidad del musgo de tus ojos

húmedos como los caracoles y cantando!

Más allá de este mundo de cenizas

mueres en todo, mi Santa Maravilla.

Quiero la vida por tu caminar de ola triste,

este mundo lento de pájaros

que te turbaron la avenida del sueño.

Hasta la rosa te llagó en las manos

y la tarde giró en tu cuerpo deslumbrado.

Yo la vi, mi Señor, desde la raíz de mi muerte.

Venía como sosteniendo la noche.

Así aparece allá en el fondo de la tristeza tu costado.

Mi Dios de ojos azules con manos de amatista.

Yo la vi como viviendo sólo de sus voz.

Me penetré de ella como un niño de luz.

Cuando se acercó en el horizonte

escuchando se detuvieron las alas

y hasta en los brazos de la Cruz del día

clavó un leve collar de golondrinas.

¡Cuánto sufriste, mi cirio, pies de jazmín, boca de lágrimas!