martes, 15 de septiembre de 2015

Maricel Santin



Menos mal

Mis abuelos
llenaban la frutera con remedios,
adornaban así el centro de la mesa.
Ahora mi papá pone las cajitas
al lado de su plato cuando come,
antes de sentarse las busca
y las apila.
La otra abuela hizo prometer
que no iban a operarla,
incluso moribunda escupía las pastillas.
Mi mamá lloraba
pegando pataditas en el piso,
no quería más
el remedio para la tristeza.
Si algo me duele
yo compro lo que dice la receta,
lo guardo un tiempo
y no lo tomo
por el miedo.

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