martes, 18 de febrero de 2014

Susana Soca



ESTATUAS

"Jardín de Bourges"



Al principio soñé que soñaría con algún ángel.

Tarde, los sueños de los jóvenes vivos fueron mis sueños.

Y bruscamente me abandonaron.



Luego soñé con los sueños salidos de las bocas de

piedra de las estatuas. Las góticas criaturas siempre

de pie en las estrechas casas de sus pórticos. Talladas

por las manos que no mueren. Nombre de amor seguro

para las manos que no tienen nombre.



El alto objeto de sus sonrisas persigo en ellas.





Púdicas reinas de trenzas como la trama de sus claros

años. Y en hueco de piedra reconocemos los raros

hechos que las tapicerías nos enseñan.



Doncellas de la ley. Orden y señorío de la Escritura.

Y las de fría llama ya para siempre ardientes bajo los

techos ojivales de sus abiertas casas.



En sus bocas el fuego, como en el aire los pliegues

de sus mantos por mil años detenido.



Y las otras apenas como estatuas de estatuas.



En otro tiempo la Dama bajó de Chartres para dejar

su retrato. Las otras la acompañan junto a la sacristía.

En un boscaje oscuro que recoge el polvo de los

altares abandonados.



Sobre una vieja tierra, como olvidadas. Entre laureles

húmedos, la lluvia detenida por el más largo otoño.



Y entre soldados en bicicleta los grandes hongos redon-

dos inclinados por la niebla, las cabezas cubiertas de

enlutadas señoras. Desde el principio quietamente

juntas. Llenas de pausas como la lluvia.



Y las otras apenas como estatuas de estatuas.



Sobre una vieja tierra. Hechas para estar de pie yacen-

tes, dóciles. Con sus sonrisas que nunca duermen. Sobre una

vieja tierra entre dos lluvias.



Bajo la frente cuando me pierdo. Vuelvo a buscar en

ellas el alto objeto de sus sonrisas siempre encendidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario