viernes, 21 de marzo de 2014

Mark Strand





COMIENDO POESÍA


Tinta por las comisuras de mis labios.

No hay felicidad como la mía.

He estado comiendo poesía.



La bibliotecaria no lo puede creer.

Sus ojos están tristes

y camina con las manos pegadas a su vestido.



Los poemas se fueron.

La luz es débil.

Los perros subiendo por las escaleras del sótano.



Sus ojos dan vueltas,

sus patas rubias arden como rastrojos.

La pobre bibliotecaria comienza a patear y solloza.



No entiende.

Cuando me arrodillo y lamo su mano,

grita.



Soy un hombre nuevo.

Le gruño y le ladro.

Retozo con alegría en la oscuridad libresca.


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