lunes, 17 de marzo de 2014

Martín Adán




Prosa dura y magnífica delas calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.Por ellas se va con la policía a la felicidad.La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.Las casas rumian sus paces de buey.Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.Límpiate de entusiasmos los ojos.Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree tú que son mujeresviciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.Pasan obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma.La ciudad lame la noche como una gata famélica.Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: Las novelas de VictorHugo, la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.Porque no quieren creer que todo es irremediable.La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. Él no se mete enhonduras

ya está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. No hay manera dehacerle hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o amaa suprójimo.Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y noviven nada.He aquí mis prójimos.La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho

no son diosas ni mujeres.Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.En punto a honradez, no soy de los peores.Como mi pan a solas, sindar envidia a mi prójimo.Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.

Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.En cambio deseo el cielo.Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. No quieroser feliz con permiso de la policía.Ahora en las calles hay un poco de sol.No sé quiénse lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como unanimal degollado.Pasa un perrito cojo

he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor deque soy capaz.Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja

(todos un poco perros)

.Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.Pero los hombres tienen posvida.Por eso dedican su vida al amor del prójimo.El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...Diógenes es un mito

la humanización del perro.El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeñoshombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.Pero estas cosas deben decirse en voz baja

siento miedo de oírme a mí mismo.Yo no soy un gran hombre

yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandesfelicidades.Pero la felicidad no basta a ser feliz.El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo debanderas rojas.Yo me siento las manos delicadas.¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.Túno tienes las orejas demasiadas grandes.Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, coninsatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesíaaventuras como peces.Pero ¿a dónde iría yo?El mundo me es insuficiente.Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yoquiero.La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más...Y yo quiero que sea un largo deleite consu fin, con su calidad.El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.Citeres es un balneario norteamericano.Las yanquis tienen la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos. Peroestá no es la escena final. Pero ello es por lo que el beso suena.Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?

La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos seme borran del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.A casa.



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