“Quemar no es contestar” (Gérard de Nerval)
Aquella noche el viento llamaba a mi puerta
con nudillos de recién nacido
Sentía un vivo deseo de correr al trotecito
Me veía en el espejo relinchando como un caballo
al que se patea en los ijares.
En las calle miraba el rostro de la gente
caras vacías a las que el espectáculo
prestaba algunas de sus luces
Creía reconocer en ellas a personas que me habían
sido familiares hace mucho tiempo
A duras penas evitaba saltar al cuello
de quienes pasaban a mi lado
Vi caer un paracaidista disculpándose
con la mejor sonrisa
Una y otra vez preguntaba por la dirección
de mi casa olvidada bajo llave
Arrastraba los pies con exagerado amor propio
daba un paso y otro
De repente me encontré subiendo las gradas
de un inmenso estadio desierto
Hablaba en voz alta en voz alta.
(de Combate del Carnaval y la Cuaresma)
No hay comentarios:
Publicar un comentario