martes, 18 de marzo de 2014

Tudor Arghezi





HE AQUÍ, ALMA MÍA, LOS VERSOS SIN ROSTRO...

A Walt Whitman

He aquí, alma mía, los versos sin rostro,
sin sonoridad y sin eco,
de polvo y arena.
Recíbelos, susúrralos.
Respetuosamente tú nos recibes de nuevo.
Teníamos miedo porque te habíamos visto
salvaje e inquieto.
Yo doy abrigo bajo mi mismo techo
a Dios ya los grandes milagros.
Entonces, ¿cómo podría no espantarme?

Yo desgarré, para que se desgraven
rosarios desunidos,
los encajes, harapos, gasas de seda y hojas.
Yo espero que volvamos a conversar de nuevo
una vez que las danzas se detengan
y la orquesta se calle.

Quiero que hablemos idiomas destrozados,
arrancar la palabra entre palabras,
y escogiendo los temas según se nos antoje.

Antes hablé en versos calzados,
cortados sobre medida y con adornos.
Cansado de que opriman mi lengua los coturnos
desde ahora andará con pies desnudos.

1936

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