domingo, 23 de marzo de 2014

Muriel Rukeyser





ARTHUR PEYTON

Consumido. Carcomido. Y el amor allá enfrente.
Recibí una carta esta mañana
De nuestra consideración: …con sumo placer… adjuntamos un cheque…
a su nombre, por 21,59 dólares,
es la mitad de los restos que
pudimos cobrar para usted
en la causa judicial de referencia.
Con el cierre de los distintos juicios,
después de reunir todo lo que pudimos,
este es el saldo que le queda.
Lo saludamos, así, muy cordial
y atentamente.

Después de reunir
el polvo el fracaso el cuerpo de ingenieros
Oh amor consumido carcomido reía el capataz
mojaban los taladros cuando llegaban los inspectores
la luna sopla vidriosa sobre nuestro río natal.

Oh amor, contale a la comisión lo que yo sé:
nunca vuelvas a decir que querías casarte conmigo.
En las minas, los extractores son enormes (2.000 hombres, ninguna máscara)
antes de su veredicto los doctores me preguntaron cuánto tiempo
sí, Doctor, dígame ¿cuánto tiempo?
Pero nunca vuelvas a decirme que querés casarte conmigo.
Te miro cómo cerca de las lápidas todo el día
seguís una hilera de nubes la danza de los taladros,

amor, y las aves en el cielo coronando los árboles
las colinas blancas tan blancas elevándose sobre la ciudad
–culpo de desidia a todas las empresas involucradas–
dos años Oh amor dos años dijo él que ofrendó.

El espiral del río en la casa impecable
la fachada bancaria de mármol de la licorería
yo vi cómo empujaban a los negros con los mangos de los picos
en esos otros trabajos a mí no me asignaban a los túneles.

Entre nosotros, amor
los micros en la puerta
la larga calle de vidrio dos años, mi muerte a la tuya
mi muerte en tus labios
mi rostro que se hace de vidrio
curtido pétreo el tiempo me hace triunfar inmortal
el amor un espejo de nuestro valle
nuestra calle nuestro río un vidrio que mata.
Ahora me meten en un horno de fundición de acero
Oh amor la corriente del vidrio una corriente de fuego vivo.

(de: "El libro de los muertos" 1938)


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