domingo, 9 de marzo de 2014

Alberto Muñoz






CAMIONES


No ha sido el mundo una forma de la fiebre líquida.
hijo mío, estás ahí, tomado a tu tren, al lado de un río
que te dice en su tamaño de agua: camiones.

Camiones junto a la azalea blanca.
has puesto una línea sucesiva de camiones; no tienen
otra ruta que tu mínima mano blanca
entrándolos al mundo.
los quitas del desastre.

Qué otro modo hay de la justicia, sino la forma del camión en la azalea blanca.

Hijo, estás ahí, en el parapeto de la monstruosa evidencia; ¡los grillos han tomado la cabina de tu camión!, engrasan sus patas verdes, apagan la luz, rompen la bahía donde ingresa el vapor de los aceites; están cerca de las azaleas, pero ellos creen que son criaturas del budismo que han llegado a una orilla milagrosa...

Oh, hijo mío, ahí estás jugando con tu pala mecánica; mi tractor de lata está a quince kilómetros de la azalea blanca.

¿Llegarás?

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