sábado, 15 de marzo de 2014

Blanca Wiethüchter





EL DESASOSIEGO

Sería después de conocer el mar
que la niña que fui
cogió una piedra del agua.

Esa piedra
desconocida y verbal

Me posee
como un sol cautivo

con un fulgor
de país largamente buscado.

Esa piedra
como un carbón por lo negro
como un carbón por lo quemante
como un carbón por la ceniza.

Esa piedra
tosca
ardua en la memoria
se hizo fuego al tacto

y fue sin saberlo
un resplandor lejano
del cristal de la muerte
el don de la vida
el árbol del camino.

¿Y existe acaso el fuego para mí?
-pregunté entonces.

Miré alrededor.
Un silencio mudo
buscándome
observando con ojos de viva luz.

Y me dio miedo
porque soy mujer, creo.

Porque no sabía quién era yo
ni quién sería
ni sabía decir, ni tampoco reír
ni cansarme
sólo percibir
el rigor de la llama
anunciando el desierto.

Esperé una señal
un signo, un sueño, un cometa
para echar a andar, me dije
sin quitar el ojo
a la locura del fuego:
esa piedra
entre mis manos.

Y era alumbrar
con un relámpago
un abismo
y era bajar
y forjar
y subir
tan sólo para poder morir
junto al fulgor de esa luz
en cautiverio.

(De "El rigor de la llama")


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