martes, 4 de marzo de 2014

Delia Pasini





SOBRE LAS CREENCIAS DE UN VERANO

No sé mucho de dioses. Pero veo dedos
exprimiendo talismanes para obligarlos
a conceder. No, no sé nada de dioses
aunque mis preguntas los aludan.
¿Cómo eligen o rechazan a quienes
salvar del sufrimiento?

La roca -digo- no puede romperse.
Ésa es la verdad. Se eleva desde la
tierra y el mar y los domina. Se trata
-digo- de la roca visible, audible, esa
brillante misericordia del reposo.
Alguien vive en la cúpula:
un ojo mira a través de la claraboya.
La mole corta la visión, impide
todo afán de prolongarse.

Aquí, sólo huecos cavados en la pared,
aberturas disimuladas entre los techos y las azoteas.
Las plantas, hilachas bajo el hollín, se
estiran en el aire. Sofocadas, soportan el bochorno.

El chasquido de un sobre por debajo de la puerta
interrumpe la lectura, borrando ese escenario
donde el propósito se sirve de la imaginación.
La realidad se impone, barre la catedral de piedra
vigilante del mar. Tanta desolación abruma.

(de "Parábola de ciegos")

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