viernes, 14 de marzo de 2014

Elena Schvartz




EL DISPARO

Con cuanta ligereza en el cuerpo me desperté-
Como si ayer me hubiera pegado un tiro
Con un huesito de guinda…
Y lo que es más, el huesito dio en el blanco
(a pesar de que allí no había mucha luz)
En la tierra roja, de pétalos de ventisco
aterrizó, en la bendita tierra.

No cayó en un sendero,
tampoco en una piedra
Y agitó sus manos blancas
del color de la nieve

En verdad (¡qué maravilla!)
Algo claro florece en mi corazón -
floreció una Sakura.
Todo- hasta la criatura más pequeña,-
Inmóvil, se asombraba por esa novedad.
Vita nuova estaba enferma,
Vita nuova estaba pálida.

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