(fragmento)
El año cuatrocientos cincuenta y seis,
Yo, Fracois Villon, estudiante,
Considerando en plenitud de facultades,
Con el freno en los dientes, actuando libremente-
Que se deben meditar las acciones,
-como lo indica Vigeccio,
sabio romano, gran consejero-
porque si no, se lamenta…
En el tiempo que he dicho antes,
Hacia Navidad, estación muerta,
En que los lobos viven del viento
Y que uno se queda en casa
- por la escarcha- cerca del tizón,
me vinieron deseos de romper
la muy amorosa cárcel
que quebraba mi corazón.
Y así lo hice,
Teniendo ante mis ojos a aquella
Que consentía en mi perdición,
Sin que por ello le fuera mejor,
Por ello lo siento y me quejo a los cielos,
Pidiendo venganza de ella
A todos los dioses venéreos
Y alivio por las penas de amor...
Primero en el nombre del padre,
Del Hijo y del Espíritu Santo,
Y de su gloriosa Madre
Por cuya gracia no perece nadie,
Dejo, Dios mediante, mi fama
Al maestro de Guillaume Villon,
(pues suena en honor de su nombre)
y mis tiendas y mi pabellón.
Item, a la que he dicho,
Que me ha desterrado con tanta fuerza
Que estoy privado de alegría,
Y alejado de todo placer,
Dejo mi corazón engastado,
Pálido, digno de compasión, muerto y transido;
Ella me ha buscado este mal,
Pero que Dios se lo recompense.
Item , a maestro ythier Marchant
Con quien me siento muy vinculado,
Y maestro Jean le Cornu,
Dejo mi espada de acero cortante
Que ha sido retenida como prenda
Por una deuda de ocho sueldos;
Quiero según su valor,
Que se le entregue, recatándola.
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