miércoles, 12 de marzo de 2014

Juan Rodolfo Wilcock





AL FUEGO


Fuego, querido amigo de la sombra,

mi compañero, que ardes y te apagas

y vuelves a arder gracias a mi mano,

desesperado que consumirías

el mundo y aquí a solas te consumes

a ti mismo, en ti mismo acurrucado

como la pordiosera que en el alba

prende la hoguera de cada jornada

y se da en pasto de su brasa lenta.

Hijo del rayo, ahora hijo del hombre,

gato rojo, hay que darte de comer.

Vuélvete tigre, sal, crece, devora

todo si tanta gana tienes, haznos

ceniza, por su fuego solitario

sea mordido cada cual, y sea

vuelto bello, sea vuelto llamarada,

retorne al gran incendio original.
)

No hay comentarios:

Publicar un comentario