No he olvidado nada.
Desde el rincón aquel de penitencia
hasta esta misma tarde.
Con la maleta a cuestas,
cargada de mi vida,
cierro la puerta y salgo.
No he olvidado nada.
II
En la casa, mis padres,
plantaron un ciruelo para el hijo.
En él; de nuevo,
las cuatro manos viejas
se arrodillaron para erguir la silueta
de un hombre que se fue por la tierra.
Por esta primavera
debe haber florecido.
Tanta ausencia , madre,
en ese huerto, padre!
Tanto partir para saberme solo,
para morderme hombre
(De libro Poemas)
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